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THE VAST OF NIGHT

  • Santiago Ríos
  • 19 nov 2020
  • 2 Min. de lectura

Desde que empezó la cuarentena ando obsesionado con el cine de la década del setenta. Sobre lo que la crítica estadounidense llamó los movies brats del New Hollywood o, para decirlo en castellano criollo con un término algo antiguo, los que batieron la justa de la industria desde 1967 hasta 1982.


Y sí, de tanto apretar botones di casi sin querer con The Vast of Night (2019), disponible en Amazon Prime Video. El gigante azul. ¿De qué trata la peli? Es la historia de un pibe y una piba que quieren irse del pueblo aburrido donde viven. Y digamos, al estilo de una buddy film de ciencia ficción, atraviesan el misterio de un sonido que se entromete en sus vidas cotidianas; en la radio, en las radios, en el pueblo; un sonido que los convierte en investigadores por una noche.


Los primeros quince minutos de la película son molestos. Cámara sucia, diálogos rápidos a lo Sorkin, una puesta en escena poco transparente. Pero es una molestia sorda, tímida, que anticipa un golpe mayor; se nota que hay algo ahí, una lógica que impera lenta y sabia, de que no es en vano la molestia. Por eso es que, entre los veinte y treinta minutos, la película da un giro a lo Michael Jordan contra Utah en 1998.


A partir de ahí el ritmo se acelera con el montaje y se utiliza el suspenso haciendo del tiempo algo tangible. Lo sentimos. Lo vemos. Pero más que nada, y esto es fundamental: lo escuchamos. Porque la película es también un revisionado de otras; ver al pibe en la radio nos remite a un viaje cinéfilo hasta La Conversación de Coppola, hasta Blow Out de De Palma, hasta E.T de Spielberg. El cine como un ruido que necesita relato. El cine como un rompecabezas. El cine como un juego de infancia.


El erotismo. ¿Qué es el erotismo? Yo no sé un carajo de eso, pero por ejemplo Byung Chul Han si sabe algo o dice que sabe. Dice en su librito marketinero y muy bueno, “La agonía del Eros”, lo siguiente:


“El Eros se dirige al otro en sentido enfático, que no puede alcanzarse bajo el régimen del yo. Por eso, en el infierno de lo igual, al que la sociedad se asemeja cada vez más, no hay ninguna experiencia erótica” (p.20).


Para el coreano lo que uno desea y fascina carece de lugar. Para Han el amor no es sinónimo de control; al contrario, es obsesión, es magnetismo, es atracción, es algo que nos invade; como una ola gigantesca naciendo del mar y unos ojos atrapados y una boca abierta dispuesta a enfrentarla, como las polillas que rebotan tontamente contra los faroles de luz en las calles.


Bueno, todo esto para decir la única idea que tengo sobre la película: The Vast of Night es una película sobre el amor. El amor posta. El amor como un lugar negativo porque es en el peligro, en el lugar amenazado y en la tontería donde se esconde la salvación.


 
 
 

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