NO SOMOS TAN VIEJOS

“El tiempo es relativo”, dijo Albert Einstein, y no se equivocaba. Pero para los que estudiamos la historia de nuestro querido planeta Tierra los tiempos son largos, muy largos.

En esos viajes que solemos hacer con amigos, algunos me hacen la típica pregunta:

“Negro, ¿cuántos años tiene esto?”. Esto puede ser una piedra, un río, un cerro, un paisaje, etc.

“Y…, eso debe tener por lo menos 10 millones de años”.

Aclaremos que no es tan fácil estimar la edad de algo así de la nada. Millones de años. Sí. Es un montón. Si tomásemos 80 años como la esperanza de vida humana, que es menos del 0,01% de 1 millón, parecería entonces que somos los nuevos inquilinos del planeta.

Para hacerlo más gráfico, tomemos un ejemplo. Imaginemos que podemos resumir la historia de nuestro planeta en un calendario gregoriano, es decir, comprimir todo ese extenso devenir en tan sólo 12 meses.

El primero de enero (hace 4600 millones de años) se formaría el planeta Tierra. El 16 de enero (4400 millones de años) tendríamos los primeros océanos. El 20 de marzo (3600 millones de años) se daría el comienzo de la vida y hacia mediados de junio (2500 millones de años) ocurriría la primera edad de hielo. Para el 20 de noviembre (500 millones de años) aparecerían los primeros grandes organismos multicelulares que poblarían los océanos y para fin de mes tendríamos las primeras plantas terrestres (450 millones de años). El 3 de diciembre (350 millones de años) la vida se extendería a la tierra y para el 14 de diciembre (200 millones de años) los dinosaurios se convierten en dueños del planeta, pero sólo por 10 días.

Y llegamos así al 31 de diciembre. A las 12:35 (6 millones de años) compartimos nuestra última abuela con los chimpancés y a las 19:15 (2,5 millones de años) los humanos evolucionan en África, comenzando a usar los primeros utensilios líticos. Ese mismo día, 8 minutos antes del Año Nuevo (70.000 años) nuestra especie, Homo sapiens, se convierte en amo y señor del planeta.

¿Lo seguirá siendo por mucho tiempo más?