MARX Y LA PANDEMIA
- Santiago Barneda
- 28 sept 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 29 sept 2020
A los 15 años el profesor de sociología y política del colegio recetó como lectura obligatoria nada más y nada menos que el manifiesto comunista de Marx y Engels. Así como quien no quiere la cosa. Es muy loco estar leyendo a esa edad a dos autores que aseveran:
“Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos solo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente”.
Si bien uno piensa: nada, son palabras que rebotan porque estás pensando en miles de boludeces más importantes siendo adolescente, esas frases quedan resonando en el bocho, posta. Y a alguno que era medio revolucionario, las cosas le pegaban fuerte. En el caso de mi camada, se ve que a varios, porque ocho entre pibas y pibes eligieron seguir la carrera de sociología en la Universidad de Buenos Aires.
Si bien en la facultad nos hacían leer hasta el hartazgo los textos de ambos autores, al punto de hacerlo parte del propio acervo de conocimiento personal, uno a veces tiende a olvidarlo, dándole prioridad a autores más contemporáneos. Sin embargo, es flashero repensar la actualidad a partir de la teoría marxista, que como tal, pocos profesan hoy en día.
El presente texto es un intento por recuperar ciertos aspectos del relato teórico del célebre Marx al día de la fecha. De más está decir, que resulta imposible en unas líneas desarrollar siquiera un aspecto de la prolifera teoría marxiana, pero esto no quita que podamos jugar un rato haciendo uso de algunos de sus conceptos o simplemente como disparador. Incluso, trayendo a colación herederos de su teoría más contemporáneos, como el caso de Slavoj Zizek, que como nadie aprovecha el momento para sacar sus escritos al mercado con el estreno de su último libro: Pandemia! Covid 19. Groso, marxista pero ni un pelo de boludo.
Me interesa especialmente pensar como el COVID intensificó la desigualdad a lo largo del planeta. En definitiva la pandemia, aumentó la brecha entre los más ricos y los más pobres. Tipos como Jeff Bezos o Markitos Zuckenberg casi duplicaron sus patrimonios, mientras que a lo largo de cada continente, el desempleo creció y miles de personas cayeron de la pobreza a la indigencia.
En segundo lugar y ya en el ámbito de la salud, los números de fallecidos por coronavirus indican que el impacto del virus cobra más vidas en personas que no cuentan con un fuerte sistema inmunológico, producto de mala alimentación y por supuesto en ciudadanos que no tienen al alcance de la mano un sistema de salud digno o simplemente viven hacinados o en condiciones de extrema vulnerabilidad habitacional. Es evidente que el golpe de gracia es en comunidades desprotegidas, desamparadas y que no gozan de un Estado que los abraza y contiene. Es un ejemplo áspero pero claro de cómo las consecuencias de la pandemia pueden ser entendidas en términos de clase, en donde el mismo sistema devela una vez más sus propias contradicciones. Hoy 10.000 personas mueren día a día al no poder asistir al sistema de salud. Este dato sí que no discrimina en lo más mínimo.
Autores como Byung-Chul Han, a contrapelo de Marx, indican que la lucha de clases se da al interior de uno mismo, siendo uno su propio amo y esclavo. Por el contrario, si bien Zizek no descarta tal afirmación de raíz, sostiene que, sin embargo, aún persiste la distinción de clase entre dueño de producción y proletario, argumentando que este antagonismo es aún la piedra filosofal de sociedades industriales.
Esta discusión teórica nos permite entender que la sociedad en la cual vivimos supone una complejidad de entendimiento que roza lo absurdo y si bien amamos a Carlitos Marx, ya no vivimos más en una sociedad dual. Esto no quiere decir de todas formas que sea obsoleto, sino que evidentemente el sistema capitalista se afianzó y mutó durante décadas hasta llegar al día de hoy.
Según la ONU y Oxfam, vivimos la época más rica en términos totales, pero al mismo tiempo más desigual de todos los tiempos. Todos conocemos ya la frase cliché, de que únicamente el 1% de la población reúne más del doble de la riqueza que el conjunto de 6.900 millones de personas o que, a modo de ejemplo, los 22 hombres más ricos del mundo poseen más dinero que todas las mujeres de África. Pongámonos laes pilas, alto mal flash, esta no va más.
Todo esto me hace pensar que escogí estudiar la carrera de sociología para poder entender con mayor claridad estos fenómenos, que se repiten a lo largo de la historia y de los que ya allá por el siglo XIX, Marx, y ahora sí le doy la derecha (o la izquierda), nos adelantaba.
Sin embargo, tal como me pasó a lo largo de la cursada de las materias y hoy también, el hecho de haber estudiado en detalle el funcionamiento del sistema, me genera más dudas en lugar de respuestas. Junto a esta aparente contrariedad, provoca angustia la imposibilidad de entender que, tal como vivimos, la curva de desigualdad tenderá a aumentar cada vez más como lo demuestra la pandemia, donde claramente, y otra vez aplausos para Karlitos, la base económica lleva la batuta.
Además, el autor nos dejó una pauta sumamente clara que aún persiste y dicho en criollo más o menos suena así: mientras que haya algunos que posean las herramientas y las máquinas y de esta manera extraiga plusvalía de quien las explota, no hay sistema equitativo que pueda surgir del mismo.
Por último, evidentemente enfrentamos un mundo aún más complejo del que imaginó Marx, del que sabemos cada vez más cosas para entender menos. Entonces… ¿Cuál es la solución? No tengo la más pálida idea. Lo que sí sé, es que pinta feito.
PD: En un principio tuve la intención de tomar algunos nodos teóricos marxistas para reprensar la actualidad, pero claramente salió algo un tanto más referencial, ambiguo e híbrido, pero para eso estamos, para escribir equivocándose y surfeando las olas que el océano nos invita. Por esta razón aprovecho la ocasión para invitar a mis colegues sociólogos y todo aquel que piense estas cosas, para que compartan sus ideas a ver si están en la misma o no. Así es Espacio Iberá, arrancas pensando una idea re zarpada, un gran relato sobre la coyuntura actual y terminas invitando a amigues a que se copen con la idea de compartir sus pensamientos.
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